Para resolver uno de los grandes
problemas de su tiempo, Alan Turing propuso una imaginaria máquina de calcular
programable. Sin embargo, la idea de producir una «máquina Turing» no cuajó
hasta que Turing consiguió descifrar el código Enigma de los nazis, permitiendo
así la victoria de los Aliados durante la segunda guerra mundial. Con la idea
de su máquina, Turing se convirtió en el paladín de la inteligencia artificial,
formulando el célebre Test de Turing, que pone en cuestión nuestras nociones
simples sobre la conciencia humana. Sin embargo, los trabajos de Turing durante
la posguerra se vieron truncados cuando, en su calidad de homosexual declarado
en una época en que la homosexualidad era oficialmente ilegal en Inglaterra,
fue detenido por las autoridades y condenado a someterse a un «tratamiento» que
venía a ser una castración química y que le condujo al suicidio.